Los hongos, esos organismos maravillosos que durante mucho tiempo han sido objeto de misterio y admiración, están experimentando un renacimiento en la cultura popular. Ya no solo se les considera un acompañamiento culinario, sino que se están convirtiendo en protagonistas de un movimiento de bienestar que busca aprovechar su poder medicinal.
Se supone que existen unas 140.000 especies de hongos, aunque la ciencia esta familiarizada tan solo con el 10% de ellas. Y muchas, tienen un gran poder curativo. Desde hace siglos se viene utilizando como alimento, como estimulante, como alucinógeno y hasta como veneno, como remedio natural para tratar todo tipo de enfermedades, en forma de tónico, infusión, tintura, etc. O como ingredientes en todo tipo de recetas de lo más nutritivas.
Son fuentes de proteínas, enzimas, vitaminas B (especialmente niacina) y vitamina D2. También son excelentes fuentes de antioxidantes en general, ya que contienen polifenoles y selenio, e incluso contienen antioxidantes únicos, como la ergotioneina. Pero la principal acción de los hongos se debe a la presencia de los llamados betaglunacos, que, son polisacáridos de alto peso molecular con una gran capacidad de activar el sistema inmunitario. Además de mejorar la actividad del sistema inmunitario, los betaglucanos ayudan a normalizar los elevados niveles de colesterol, LDL, ayudan en la cicatrización de heridas y a prevenir infecciones y también tienen potencial como adyuvante en el tratamiento del cáncer.
Los hongos medicinales han sido utilizados a lo largo de la historia por diversas culturas como un recurso natural para mejorar la salud y el bienestar. Estos hongos, que incluyen especies como Melena de León, Reishi, Shiitake y Cordyceps, son conocidos por sus propiedades adaptogénicas y sus múltiples beneficios para la salud. Entre sus propiedades se encuentran la mejora del sistema inmunológico, la reducción del estrés, la protección del corazón y la prevención de enfermedades crónicas.
En Tucumán existe el proyecto FUNGA YUNGA, llevado adelante por dos amantes de la naturaleza que desde hace varios años cultivan y producen diferentes variedades de hongos en el pedemonte taficeño, tanto para uso culinario, como para uso terapéutico.
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